Enero de 2004, una tarde calurosa estando sentado frente al monitor de la computadora, tenìa problemas con el Servidor del correo elctrònico, llevaba como diez dìas tratando de comunicarme y no podìa lograrlo; tampoco el Servicio tècnico habia localizado la falla; la situaciòn me provocaba enojo y solo hilvanaba uno tras otros rosarios de palabrotas.
Pero ese dìa teniendo paralizados mis dedos por la resignaciòn, algo imprevisto sucediò: sin haber tocado tecla alguna mi servidor electrònico se conectò... En la pantalla apareciò un mensaje... No pude leerlo y estremecido por lo sucedido solo atinè ha cerrar la computadora.
Recien al dìa siguiente pude leer el texto.
Lo enviaba un tal Fernando y decìa mas o menos asì : “Amè a tu Hermana con el Alma, Virginia era un Àngel y èstos no tienen lugar entre nosotros, si logran estar es por poco tiempo”. “Estoy seguro que desde su lugar ilumina a toda tu familia, especialmente a tu Persona, porque te querìa como a pocos”.
Sabìas escucharla, ansiaba protegerte, un poco para devolverte todo lo que fuiste para ella, eras su Hermano favorito”.
“ Te escribo a causa de tres acontecimientos relacionados con Virginia , uno cuando supe de su fallecimiento y los otros, que tal vez alguna vez pueda contarte, salvaron mi vida...”
“ Siempre pensè que debemos hacer lo que sentimos, màs si lo manda el corazòn”.
“ Al buscar en las pàginas Web, un Mèdico, cuando reconocì . Que eras el Hermano de Virginia, ràpidamente me reencontrè con mi pasado y por eso surgiò èsto de comunicarme contigo”. “Un saludo afectuoso : Fernando...”
Asì comence ha retroceder en el tiempo de mi vida hasta llegar a la infancia : Virginia seis años, yo siete tomados de la mano muy juntitos sentados en la acera de nuestra casa .
Nuestra diversiòn consistìa en esperar el paso de un pequeño tren a Locomotora (como el de los Parques de Diversiones) y saludarlo.
El vehìculo era utilizado para el traslado de pacientes, personal y mercaderiàs que necesitaba la Instituciòn Psiquiàtrica por donde circulaba desde el Pueblo hasta el predio del Hospital, enorme, muy arbolado, constaba de pabellones para los internados y edificios para los empleados. Nuestro padre era el Director Mèdico y por eso vivìamos allì.
El recorrido constaba de 8 km. Ida u vuelta, el caso era que un niño como de nueve años viajaba siempre y cada vez que nos veìa nos saludaba agitando sus manos. Un dìa por arte de magia, el tren se detiene y Luis nos invita a subir.
Sin pensar y sin pedir permiso a nuestros padres trepamos al ùltimo vagòn.
Nunca olvidarìa la carita redonda y blanca como papel de mi hermanita , dos pòmulos rojos la adornaban aùn màs , sus ojos color avellanas reiàn acompañando la calidez de su sonrisa.
Los tres disfrutamos la aventura, era fantàstico... Los Àrboles, el canto de los Pàjaros al paso del tren... Los relatos inventados... Las carcajadas... Los saludos de ida y vuelta con los Enfermos que agitaban sus manos sintièndose como nosotros un poco niños... Un
poco libres...
La pequeña no cabìa en sì de Felicidad .
Por supuesto que nos olvidamos del tiempo transcurrido, por dos veces realizamos el recorrido. Nuestros padres desesperados por la ausencia no compartieron para nada el sabor de nuestro paseo.
Puedo sentir todavìa hoy el dolor que las manos de Mamà provocaron en mis nalgas.
Lo grave habìa resultado no solo la desobediencia sino el haber arrastrado a Virginia.
Hubo otra vez que muy asustada a la medianoche se llegò hasta mi cama, para depertarme y decirme que unos gnomos cruzaron su habitaciòn para entrar en el ropero.
Cuando supimos vivir en una casa grande en el campo, puedo recordar nuestros juegos junto al hogar en un amplio comedor y con el resto de los hermanos.
Tambien la Fiesta inolvidable de sus quince años y las exquisitas
chocotortas , con que deleitamos nuestros estòmagos golosos.
Supe primero que los otros de su primer Amor, justamente asi conocì a Fernando.
Tantas idas y venidas con èl, enojos familiares a causa de su rebeldìa.
Le di muchos consejos y sè que los tenia en cuenta.
Hasta que alejada de este muchacho y viviendo otros amores, conociò el verdadero.
Nadie imaginò nunca el triste final que tendrìan.
Se prodigaron ambos un cariño incondicional, los dos estudiaban, ella abogacia ( tercer año) y él Contador Pùblico ( a punto de finalizar la carrera) cuando sufrieron un accidente que les arrebato a los dos la vida.
A 28 años de tamaña tragedia, el pasado descorrìa la cortina que nublaba mi mente : Aparecia nuevamente ante mì la imagen fresca y gloriosa de mi Hermana Querida.
Vivir es un misterio y transitar el camino de la existencia es un desafìo permanente. A veces ganamos, y otras perdemos batallas, pero siempre logramos resurgir como lo dice la historia del “Ave Fenix”.
Me emocionaste con este hermoso relato. A pesar de los pocos meses de trato que tuvimos, hace treinta años, allá por 1979, supe que eras una buena persona, noble, limpio de sentimientos, de gran corazón. Por eso Virginia te quería tanto pero tanto... Te mando un gran abrazo, de los que valen, un abrazo del alma...
ResponderEliminarDaniel
No son los muertos los que en dulce calma
ResponderEliminarla paz disfrutan de su tumba fria,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavia.
No son los muertos, no, los que reciben
rayos de luz en sus despojos yertos,
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.
La vida no es la vida que vivimos,
la vida es el honor, es el recuerdo.
Por eso hay muertos que en el mundo viven,
y hombres que viven en el mundo muertos
Sólo me viene este poema a la mente, después de tan emotiva y casi mágica historia...Teresa
Antonio Muñoz Freijoo
Estimado alejandro dunogent,felicitaciones por tus cuentos y por los recuerdos , me senti interiormente ligada a ellos , sobretodo el referido al trencito y a los pacientes. Naci y me crie en "La Portada", vivi de los 8 años a los 24 en la colonia, en la Quinta, con Julio y Alejandra Luna patinabamos (sin patines) en la galeria de tu casa. Recuerdo muy bien a tu familia , el trabajo de tu padre y de tu madre "intachables . A tu hermana le di practica en 1ª grado en el colegio H.H.V.V., le preguntaron: ¿que practicante te gusto màs? , la Señorita Irene, porque repartio torta, claro el tema a dar era "La fiesta de cumpleaños". Te mando fotos , una del trencito y su motorman Julio Acedo, nosotros con mis hermanas, paseabamos en êl, desde la casa de mi tìa Pilar Alvarezde Fèrnandez, que vivia en la Usina de la colonia hsta la Estaciòn , eso sì, ¡Con Permiso!. Sabias que el el todos los Domingos , viajaba el Señor de los "juguetes", un familiar de un paciente , vestido de traje oscuro , con una valijita de cuero , que al pasar por la Portada nos tiraba juguetes, frente a la casa del portero Silva. ¡como lo esperabamos!.Historias de pacientes recuerodo muchas, a Gregorio Zuliga un polaco que ayudaba en casa y no nos permitia comer las papafritas que cuidaba y cocinaba sobre la cocina a leña, diciendo que no quedaba nada para Camilo mi papà , la de Pagani el diarero, Pessano el peluquero, el que carneaba los cerdos, el japones de los huesos, el que plantaba cientos de rosas, en la Quinta, Luisito el mozo que vivio màs de 95 años, Lenzina el cuidador del Club, Agapito etc, etc, etc. Coincido con eso de que ellos fueron seguiran siendo parte de nuestras vidas: ¿eran realmente "locos"? Te mando otra foto ¿sabès que lugar es? y tambien relatos, ¡Open Door me Fascina! Muchos saludos Irene Beatriz Alvarez
ResponderEliminarHemos perdido Alejandro, pero es tanto el agradecimiento de haberlos tenidos en nuestra vidas. Nos une el dolor.
ResponderEliminarCariños.
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